Es la soledad un rostro de barro sin ceniza de tiempo, ni eco de voces, sin puertas
donde mirar la luna, es un hilo de la muerte
cuando ata recuerdos
al cielo que Dios te regala, para no perder el infinito
ni el rastro de los pasos,
ni el espejismo del amor.
A veces es un cuerpo vacío
hambriento de hierba, de lluvia
donde el día amanece. Es un juramento de fidelidad
conmigo, contigo, con todos
al final de los tiempos.
Querida Martha:
ResponderEliminarRecibe un cariñoso y afectuoso saludo.
Me causa singular alegría encontrarte en estos medios.
Con afecto:
Arturo